SOBREVIVIENTE EPIDEMICO
lunes, 19 de diciembre de 2022
¡A LA MIERDA EL TRABAJO!
¿De qué sirve el Futbol?
Y se termina el mundial, la fiesta del deporte que hermana a todas las naciones del mundo, aunque esa es una pequeña mentira porque solo hermana a 32 y las demás se quedan ahí como testigos de como pudo haber sido llegar a participar en este gran evento. Nosotros, los mexicanos, por alguna rara razón, siempre pasamos y terminamos dando poco show en la cancha, pero si mucho en las calles. Por eso, igual nos quieren en los mundiales, no por tener un futbol de primera, pero sí por ser gente de primera en cuanto a diversión y entretenimiento. ¿Pues quien no vio a esos nacionales vestidos de jeques árabes infundiendo el terror a los extranjeros para después develarse como hijos de la patria?
Así termina nuestro mundial en una tierra tan lejana y poco conocida, que si bien ha sido el centro de competencia de diferentes Rallys, no creo que lo vuelva a ser de algún mundial. Que a pesar de las sorpresas, como la de Japón haciendo homenaje a los Supercampeones al ganarle a Alemania, el campeón sería la Argentina, heredero de futboles mágicos maradodianos, hoy messianos.
Y es que a estas fechas y con la CLARA CORRUPCIÓN DE LA FIFA al darle a sede a un lugar donde sus temperaturas llegaban a 45 grados en verano (razón por la que pasaron el evento en invierno porque de lo contrario se convertiría en una masacre) y la posible metida de mano del PSG con su estrella, Lionel “¿Qué miras Bobo?” Messi, uno se preguntara si vale la pena seguir siendo fan del futbol. Yo debo confesar ante esto que solo soy un villamelón mundialista, un tipo que solo agarra este evento para divertirse y culturizarse un poco sobre el deporte, después de esto, nada me importa en el fútbol, todo se me hace repetitivo y poco interesante, pero el mundial, por el contario, se me hace un grandioso experimento social, increíble en todo aspecto, ya que contiene demasiadas variantes, entre ellas el choque cultural que se ha dado en este último con las reglas tan estrictas de un estado islámico. Pero sé que no muchos piensan como yo, sé que mucho dirán “¡Que aburrido!” Y es cierto, aburrido lo es, porque aquí lo que importa son las superestrellas, los goles, los trofeos, lo de siempre. Y ahora que este evento parece más corrupto que el Nobel, ¿Valdrá la pena el Futbol? Y yo les diría, lo vale. Porque a pesar de las constantes decepciones, siempre hay algo de alegría que puede llevar uno a casa. Porque ese país tan golpeado por un dólar a 172 pesos argentinos, cantará, celebrará y tendrá una pequeña victoria. Porque Argentina es un máster en tener problemas de ese supuesto tercer mundo, pero futbol de primera. Que por lo menos les alegrara a muchos que sobrevivieron a los embates de los británicos con las Malvinas tener de nuevo ese sentimiento de que no todo está mal, de que el argentino gana, bien o mal, pero gana. Que a mi querida Celeste, que se nos fue hace un año, le hubiera alegrado ver a su país ganando en tierras árabes, y por eso también escribí esto, porque cada vez que vea algo bonito sobre Argentina, la recordaré a ella.
Y es triste, porque se habla de corrupción y manipulación. Pero, ¿Como saberlo? ¿Como quitar esa pequeña semilla de alegría? Que dicen odia a la iglesia, no a los que creen en ella. Ya que el Futbol todavía tiene nobleza, que todavía a muchos nos ha enseñado sobre el esfuerzo y el jugar en equipo, porque de ahí muchos llaneros pudieron sobrevivir y darle de comer a su familia. Así es, sigue siendo necesario porque la cancha es un lugar donde nos comunicamos sin hablar, donde convivimos sin conocernos, donde nos amistamos a pesar de ser contrarios Y sé que esta última tesis no es acertada del todo, pero en la mayoría de los casos, como hoy, veo argentinos abrazados con mexicanos y cantando a todo pulmón el Marado. No me importa si jeques corruptos pagaron millones de dólares para que esta fuera la final. ¡Ya qué! Contra millonarios corruptos no se puede ir en contra, pero por lo menos rescatar lo bonito de este deporte, de recordar como mis primos y yo nos apoderábamos de las calles pateando un balón de la tarde al anochecer hasta que nuestras piernas terminaban acalambradas.
Habrá bueno o malos recuerdos. Pero esto el futbol no morirá, eso es seguro. Morirán las asociaciones si siguen buscando el cómo consentir los deseos ridículos de los poderosos. Porque si hay una sociedad, hay futbol. Si hay un libro, hay futbol. Si hay hermandad, hay futbol. Si nos vemos a los ojos y podemos competir durante 90 minutos y después darnos la mano felicitándonos por un buen juego, es que hemos cumplido el objetivo.
Juega justo, juega limpio.
Ojalá la FIFA recuerde que ellos fueron los que promocionaron esa gran frase, FAIR PLAY.
FAIR PLAY, FIFA.
FAIR PLAY.